domingo, 2 de septiembre de 2012

¿A quién se le ocurre viajar sola a Turquía?

En la vida hay preguntas fáciles y preguntas difíciles. Para mi, la pregunta ¡¿A quién se le ocurre irse sola (mujer) a Turquia (por allá tan lejos)?!!! era de las fáciles. ¡A mi! Aunque a continuación llegara el tan maltratado ¡Jumh, mijita, usted está loca!. 

Todo empezó a principios de junio, en una soleada tarde de oficina, con escasa inspiración para trabajar. En lo profundo de mi corazón, un sentimiento que vivía desde hacía meses dentro de mi, saltó con furia: Quiero vacaciones, me quiero broncear, quiero rascarme la panza sin remordimientos, quiero correr por aeropuertos con la maleta llena (eh, bueno, eso tal vez no), quiero andar en sandalias aunque me salgan callos en los talones, quiero ver el mar, quiero nadar, quiero hablar en inglés como Gloria Delgado (papel interpretado por Sofia Vergara en la serie Modern Family). Siiiii, ¡vacaciones!!!!!!! 

Y una de las cosas que me ha enseñado mi sobrina es que las vacaciones no son los días que uno se queda en la casa (para eso están los días de incapacidades médicas), en las vacaciones se viaja, así sea a la vuelta de la esquina, se respira un aire diferente, la luz del sol es otra, el aire, la gente, la comida...

Así que lo primero fue comprar dos guías de Lonely Planet: la de Turquía (general, con mucha y buena información aunque un poco pesada para llevar en la maleta) y una pequeña guía de bolsillo sobre Estambul (excelente, tamaño perfecto y con todo lo que se necesita para recorrer la ciudad). También me regalaron una guía con videos, en español, la primera vez que fui a la Embajada de Turquía en Bogotá a pedir la visa. 

Con las guías en mano, y entradas permanentes a TripAdvisor.com, la cosa empezó a coger forma. Para aprovechar la visa gringa, y las millas de Avianca, decidí hacer el recorrido Bogotá-Nueva York-Estambul-Nueva York-Bogotá. 

Aunque todavía no tenía la visa turca, porque no se sabía si la eliminaban a partir de agosto. Eso solo se resolvió 10 días antes del viaje, cuando, finalmente, tocó pagar la visa, por un año, pero solo una entrada. A estas alturas, ya en julio, nadie sabía de Turquía tanto como yo, tanto así, que decidí dejar una parte del viaje a la improvisación, una parte muy importante: el destino playa-brisa-y-mar. 

¿Qué sigue? El viaje. Si vuelven, les cuento.